Control motor

El sistema sensoriomotor: integración de los órganos sensitivos en el movimiento

Históricamente hemos relacionado el movimiento con la calidad de los impulsos motores evocados por el sistema nervioso central. Hoy, sabemos que la generación de movimiento tiene mucho más que ver con lo que accede al cuerpo (órganos sensoriales) que con lo que este produce (impulsos motores). Fundamentalmente, esta afirmación se basa en la necesidad de interacción con el medio entorno a un objetivo como base de la selección de estrategias de movimiento. Piénsalo, si no recibieras ningún estímulo visual, táctil ni auditivo ¿Movimiento? ¿Para qué? ¿Y hacia dónde?

Observa la oscilación de una persona en bipedestación, después, pídele cerrar los ojos y vuelve a hacerlo. Day BL, al igual que Winter y muchos otros autores, estudiaron la participación del feedback visual en el mantenimiento del equilibrio, es decir, el la coordinación muscular inherente a la bipedestación. Por supuesto, Sus resultados muestran un aumento de la oscilación corporal con los ojos cerrados, indicando una peor capacidad muscular de mantener la alineación corporal.

Figura 1 Oscilación corporal en el plano frontal durante la bipedestación con los ojos cerrados y abiertos

Este sistema sensoriomotor implica todas las estructuras y procesos que nos permiten interactuar con el entorno mediante el movimiento. Esto incluye tanto estímulos sensoriales que hacen diana en el sistema nervioso central, como el procesado de esta información y la emisión de impulsos motores. Los estímulos visuales, mecánicos y vestibulares son los principales protagonistas en este proceso. En otros artículos del blog hablaremos detenidamente sobre cada uno de ellos. Además, es importante diferencia esta actividad motora de la acción reguladora tónica propia del sistema nervioso vegetativo, del cual puedes aprender más en este artículo. Hoy seguiremos con esta presentación global del sistema que nos mueve.

La generación de movimiento tiene mucho más que ver con lo que accede al cuerpo por los órganos sensoriales que con los impulsos que este produce

Zazo SM

La información del entorno y estímulos somatosensoriales son integrados en el sistema nervioso central, ofreciendo a este una imagen abstracta de la situación en la que se encuentra. En este punto se identifican objetivos de movimiento (necesidades) y el hipocampo actúa reconociendo soluciones logradas en el pasado. A esto le llamamos memoria neuromuscular.

Por lo descrito arriba, es de vital importancia favorecer la transferencia de los gestos de rehabilitación. Esto exige una similitud entre el ejercicio clínico y la actividad cotidiana o deportiva. Todo: la posición corporal, la amplitud del movimiento, la velocidad del movimiento, el espacio disponible para el movimiento, el tipo de terreno sobre el que se trabaja, etc; todo es partícipe en el sistema sensoriomotor y generador de memoria neuromuscular. Si queremos conseguir que nuestro paciente evoque la coordinación muscular aprendida de nuestro trabajo, la transferencia debe ser nuestro objetivo de entrenamiento.

¿Y cómo se manifiesta la disfunción sensoriomotora?

A pesar de que cada caso debe ser estudiado con particularidad se han reportado patrones de comportamiento comunes tras la pérdida de mecanorreceptores que conlleva una lesión o la mera presencia de dolor.

Como estrategias compensatorias ante una situación dolorosa existen varias alternativas. Una redistribución del patrón de activación muscular es típico en cervicalgias y osteoartritis, inhibiendo la actividad de la musculatura local y dejando una situación de inestabilidad tras de sí. Algunos autores han identificado patrones de hiperactivación de músculos distantes a la lesión (Madeleine et al). Por ejemplo, conocemos la relación entre inactividad del cuádriceps durante la marcha en pacientes con osteoartrítis de rodilla, la cual es compensada por el músculo sóleo como extensor de rodilla. Puedes aprender más sobre esta compensación y muchas otras en mi libro Biomecánica clínica de la marcha y su relación con patología musculoesquelética.

Cuando la lesión implica un déficit propioceptivo, la estrategia habitual es la disminución de la variabilidad del movimiento local a expensas de la hipermovilidad de segmentos adyacentes. Por ejemplo, una lesión de ligamento cruzado anterior conlleva una alteración de la estrategia de movimiento de cadera y tobillo. Es muy importante no focalizar exclusivamente la rehabilitación en la articulación afectada, ya que el movimiento del resto de segmentos determina su funcionalidad.

La tendencia a la hipoactivación muscular es comúnmente observada en la columna vertebral. Como estudió Mac Donald D et al, los músculos multífidos se vuelven insuficientes en casos de dolor lumbar. La hipoactivación de musculatura segmentaria implica su relevo por musculatura global. Así, el espasmo muscular es probable a causa del déficit de estabilidad.

Otra consecuencia de la disfunción del sistema sensoriomotor es la reacción tardía en el reclutamiento de las fibras musculares. Se ha observado un retardo en la actividad del músculo subescapular en casos de hombro doloroso. El músculo glúteo medio corre la misma suerte en el síndrome femoropatelar y al igual ocurre con la musculatura pronadora tras los esguinces de tobillo.

Como nos indica el estudio de este sistema, la rehabilitación no sólo debe fijarse en la recuperación de la fuerza. Las capacidades neuromusculares pueden ser entrenadas conjuntamente o una a una. El mensaje de lo aprendido durante este texto es la importancia de identificar dónde esta el déficit, cual es la consecuencia y cómo esta se relaciona con la lesión.

Gracias por leerme y recuerda que puedes acceder a formaciones completas y prácticas relacionadas con biomecánica y neurociencia.

Nos vemos el próximos posts.

Sergio

Un comentario en “El sistema sensoriomotor: integración de los órganos sensitivos en el movimiento

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *