AnatomíaBiomecánica

Fascia toracolumbar: restricción y movilización pasiva durante la marcha

La eficiencia energética es un importante objetivo por el que los organismos vivos batallan cada segundo. La función vital de nutrición se acompaña, inexorablemente, del esfuerzo por conseguir una explotación óptima de la energía tomada del entorno. Esto ocurre, por supuesto, a nivel fisiológico y celular; pero también se refleja en el desarrollo anatómico de las especies en relación a su tipo de locomoción.

Los organismos vivos buscan, como estrategia de supervivencia, la eficiencia energética del movimiento.

Zazo SM

La marcha humana ha optimizado su gasto energético a expensas de sus parámetros de velocidad. Dicho de otra forma, nuestro estilo de vida exige más tiempo de deambulación que velocidad de deambulación. Una de las claves estratégicas para conseguir esto es la incorporación de elementos pasivos de almacén y liberación de energía. Efectivamente, el tejido conectivo membranoso posee un equilibrio perfecto entre sus propiedades de elasticidad y rigidez, permitiendo la restricción y aceleración del movimiento de forma totalmente pasiva.

La fascia toracolumbar (o aponeurosis toracolumbar) permite el control y ejecución de los movimientos pélvicos rotacionales inherentes a la marcha. Pero antes de explicar cómo funciona este mecanismo, repasemos su anatomía:

Numerosas estructuras musculares conectan sus epimisios a la gran aponeurosis lumbar generando una serie de capas diferenciadas que pueden agruparse en 2: fascia toracolumbar superficial y profunda.

Figura 1 – Anatomía axial de la aponeurosis toracolumbar.

La fascia toracolumbar profunda es la más próxima a la columna vertebral y su tejido proviene fundamentalmente de los músculos transverso y oblicuo interno del abdomen. Por otro lado, la fascia toracolumbar superficial se conforma por las terminaciones de músculos superficiales como son: glúteo mayor, bíceps femoral, músculos paravertebrales, dorsal ancho y trapecio inferior. El espesor máximo de esta densa aponeurosis se encuentra en la columna lumbar. No obstante, esta desciende hasta las tuberosidades isquiáticas y asciende hasta la base del occipucio. De alguna manera, constituye una faja paralela al músculo transverso del abdomen, aunque de superior alcance y funcionalidad distinta.

Recordemos el movimiento rotacional durante la fase de oscilación media y final de la marcha. El miembro oscilante flexiona su cadera y extiende su rodilla al tiempo que la pelvis homolateral rota anteriormente. Esta combinación de movimientos pone en tensión la región homolateral caudal de la fascia toracolumbar mediante la elongación del bíceps femoral y el glúteo mayor. A un nivel superior, columna dorsal rota compañando una flexión del hombro contralateral. Esto genera la elongación de la región craneal contralateral de la fascia toracolumbar, perteneciente al dorsal ancho (figura 2).

Figura 2 – Líneas de tensión de la fascia toracolumbar durante la marcha. Imagen extraída del libro Biomecánica clínica de la marcha y su relación con patología musculoesquelética©.

Este conjunto de movimientos permite la necesaria deceleración del movimiento previa al impacto de talón. Por supuesto, es una función apoyada por la contracción excéntrica de distintos músculos mencionados arriba. Sin embargo, con una importante diferencia, esta restricción del movimiento presenta un coste igual a cero. Entonces, ¿Qué ocurre con la energía almacenada en la aponeurosis? El apoyo de esta estructura a la locomoción persiste, apoyando a la sinergia extensora global que acontece durante la respuesta a la carga. En suma, la fascia mantiene un ciclo en el que almacena y libera energía elástica.

Pero la importancia de la fascia no reside solo en sus implicaciones mecánicas, sino también en su participación neurológica. Sin entrar en demasiados detalles, su alta densidad de mecanorreceptores sensibles a la tensión, permite una respuesta refleja contráctil que estabiliza los segmentos corporales previamente a la respuesta a la carga. Esto quiere decir que un exceso de rigidez sobre la aponeurosis se relacionará con una hiperactividad tónica en la región lumbo-pélvica. Por el contrario, un exceso de extensibilidad tendrá un impacto negativo en la estabilidad articular durante la marcha. Como siempre, en biomecánica todo es cuestión de equilibrio.

Hablaremos en otras entradas del rol neurológico del tejido conectivo. Si quieres saberlo todo sobre la marcha dispones de un libro especializado de Neuromotion Control®. No obstante, si prefieres la formación presencial, disponemos de un curso especializado en biomecánica de la marcha.

Espero que hayas disfrutado de esta entrada y te ayude a mejorar tu práctica clínica.

Sergio

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